
Nutrición infantil
Proporcionar alimentación balanceada es de gran importancia para que niñas y niños crezcan sanos y fuertes. Sencillamente, el cuidado de la dieta durante la infancia, incluso desde el vientre materno, se traduce no sólo en estatura ideal de acuerdo a la complexión y edad del menor, también contribuye al crecimiento de la masa cerebral y al desarrollo de aptitudes.
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En contraparte, cuando el pequeño no recibe la aportación de nutrientes requeridos durante los primeros años de vida, puede tener profundo efecto en su salud y en su capacidad para aprender, comunicarse, socializar, desarrollar habilidades mentales y adaptarse a nuevos ambientes.
Pautas iniciales
La incorporación paulatina de alimentos semisólidos hasta el primer año de vida, llamada ablactación, se realizará según las siguientes pautas generales:

0 a 4 meses. Los nutrientes provendrán exclusivamente de la leche materna.
4 y 5 meses. Se ofrecerá una comida sólida diaria al bebé, que puede ser:
- Verduras. Se consumirán frescas y con mínimo de cocción. Puede iniciarse con papillas de calabaza, chayote o zanahoria.
- Fruta. Puré de manzana, pera o plátano maduro, sin añadir azúcar.
6 meses. Se incorporarán cereales y se ofrecerá una sola comida sólida al día:
- Cereales. Arroz cocido en papilla. Evítense trigo y cereales integrales.
- Verduras. Puré de papa, o bien, cuando el niño ha asimilado varias legumbres es posible combinarlas.
7 meses. Es posible realizar dos comidas sólidas al día:
- Cereales. Se elegirán los formulados para bebés, dando preferencia a los fortificados con hierro o que recomiende el pediatra.
- Carne. Es posible incorporar pollo cocido (sin piel) licuado.
- Frutas. Continúe con frutas de estación maduras (las guayabas deben prepararse sin semillas), excepto durazno, fresa, frambuesa, zarzamora, kiwi y aquellas que causen alergia en alguno de los padres o abuelos.
- Verduras. Puede ofrecerse sopa de vegetales (siempre que el pequeño asimile los principales ingredientes) con arroz e iniciar el consumo de verduras de hoja cocidas (acelga, espinaca).
- Otros. A esta edad suele incorporarse gelatina.
8 meses. Las papillas pueden endulzarse con un poco de miel de maíz y los purés de verduras llevar gotitas de aceite de oliva.
- Cereales. Trigo (no integral).
- Frutas. Uvas sin piel ni semillas.
- Leguminosas. Frijol, chícharo y lenteja son asimilables; garbanzo y alubia todavía no. De nuevo, la excepción serán aquellos productos que ocasionan alergia en algún familiar directo (padres, abuelos).
- Verduras. Se agrega col bien cocida, sin partes duras.
9 meses. Pueden incorporarse sabores dulces, pero sin exagerar:
- Frutas. Mermeladas caseras y jaleas elaboradas con frutos asimilados por el niño; no se aconsejan las procesadas industrialmente.
10 a 12 meses. Inicia el consumo de lácteos:
- Lácteos. Se permiten queso fresco y tipo petit, o bien, cultivos de bacilos lácticos y yogurt natural (evite los que contengan fruta).
- Verduras. Jitomate sin piel ni semillas (solo o en salsas naturales, sin condimentos ni picante), lechuga finamente cortada y brócoli cocido.
- Frutas. Cítricos, excepto naranja.
1 año. Se logra la incorporación a la dieta familiar, añadiéndose alimentos que pudieran generar alergia (huevo, trigo integral, crema de cacahuate, pescados y mariscos) o de los que haya antecedente familiar. También puede sumarse:
- Chocolate, dulces y miel de abeja, sin exceso.
- Jugo de naranja.
- Productos elaborados con leche de vaca u otros mamíferos.
- Carnes rojas, pero bajas en grasa.
- Fideos y sopas de pasta (esto se debe a que contienen huevo).
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Cuando ya se comen sólidos
Según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la alimentación adecuada para un niño incorporado a la dieta familiar puede lograrse:
- Dando productos variados, pertenecientes a todos los grupos de alimentos (frutas, verduras, lácteos, cereales, carnes, leguminosas).
- Haciéndola atractiva. A veces una simple combinación de colores en el plato puede hacer maravillas. Basta utilizar la imaginación para habituar a los niños a diferentes alimentos, preparaciones, sabores y texturas.
- Proporcionando lo suficiente, de modo que se cubran las necesidades nutricionales de los niños, repartidas en 3 comidas y 1 ó 2 colaciones al día, de acuerdo con su edad y actividad física.
- Ofreciendo alimentos nuevos varias veces, en presentaciones atractivas.
- Fomentando la importancia de tomar el desayuno.
- Asegurando el consumo diario de hierro (en frijol, lenteja, huevo, carne de res o hígado, cereal adicionado, espinacas, acelgas y brócoli).
- Estableciendo el hábito de consumir diariamente frutas y verduras ricas en vitamina C o en carotenos (mandarina, naranja, lima, toronja, guayaba, jitomate, melón, mango, durazno, zanahoria, betabel).
- Acostumbrando al niño a comer fruta con cáscara o verdura cruda, bien lavadas. Dar preferencia a cereales enteros (maíz, avena, arroz y trigo).
- Evitando alimentos muy condimentados o fritos.
- Fijando horarios y lugares para las comidas.
- Permitiendo a los chicos usar cubiertos y vajilla propios para su edad.
- Estimulando el consumo de agua y leche solas, y evitando la ingesta de refresco, jugo industrializado y bebidas saborizadas.
- Limitando la ingesta de caramelos, pastelillos, botanas y golosinas.
Los alimentos deben prepararse higiénicamente y los chicos tienen que adquirir el hábito de lavarse las manos antes de comer. Además, se recomienda sentarse a la mesa en familia, en ambiente seguro y afectuoso, masticando detenidamente y sin prisa. Tales medidas deben complementarse con la práctica diaria de ejercicio y juegos que impliquen actividad física.
